Señores Estudiantes.
Respetuoso saludo.
Para nuestra clase del próximo lunes, desarrollaremos la Técnica de Seminario Alemán de Investigación. Abordaremos el tema de La importancia del desarrollo turístico rural y comunitario como estrategia de inclusion social de comunidades a la economía nacional. Para ello, es necesario que todos hagan lectura sobre el tema, ya que esta técnica requiere de una decidida participación de todos y cada uno de los participantes. Les pido hablar con sus compañeros del grupo B, para que les documenten sobre su experiencia en esta técnica. De igual forma, ese mismo día aplicaremos el parcial del curso, evaluaré la teoría vista hasta el momento.
Cordialmente,
Maestro
HENRY CAÑON SALAZAR
jueves, 28 de agosto de 2014
Resultados Seminario Alemán Grupo B
Respetados Estudiantes.
Reciban un cordial y respetuoso saludo.
Habilito este espacio para que subamos las conclusiones y acta de los resultados de nuestro primer seminario.
Cordialmente,
Maestro
HENRY CAÑON SALAZAR
Reciban un cordial y respetuoso saludo.
Habilito este espacio para que subamos las conclusiones y acta de los resultados de nuestro primer seminario.
Cordialmente,
Maestro
HENRY CAÑON SALAZAR
martes, 26 de agosto de 2014
Bogotá recibió importante premio de turismo
Se trata del World Travel Awards
(WTA), conocido como el premio Oscar del turismo.
La capital colombiana recibió en la categoría de South
America's Leading Business Travel Destination 2014 (mejor ciudad para hacer
negocios), el World Travel Awards (WTA).
“Es un reconocimiento al progreso que ha tenido la capital
como centro de negocios, de turismo corporativo y hasta de golf”, señala la
directora del Instituto Distrital de Turismo, IDT, Tatiana Piñeros Laverde,
quien recibió el galardón en representación del sector turístico de Bogotá.
La ciudad derrotó a otras capitales como Buenos Aires,
Guayaquil, Lima, Montevideo, Quito, Río de Janeiro, Santiago y Sao Paulo,
nominadas a la categoría.
La entrega del Oscar del turismo a Bogotá se llevó a cabo en
el lujoso Centro Cultural Itchimbía, situado en Quito, Ecuador.
Al recibir el galardón, la directora del IDT propuso a los organizadores
realizar la ceremonia de entrega de los premios del año entrante en la capital
de la República, propuesta que recibió el apoyo de los asistentes al acto.
“Estamos seguros de que seremos un buen anfitrión”, destacó
la funcionaria en su invitación al mundo.
Los World
Tarvel Awards son organizados por el grupo WTA, del cual forman parte medios
internacionales como International New York Times, TV5Monde, CNBC Arabiya,
Newsweek, Outlook Traveller, Travel&Leisure, Khaleej Times, Trade Arabia,
TTN, Trav Talk India, Publituris, ASTA Network, Breaking Travel News,
eTurboNews, Travel Daily News International y Focuson Travel News. Posee
un promedio de 1,7 millones de lectores mensuales y una audiencia de
televidentes de cerca de 90 millones.
“En realidad, el premio no fue tan sorpresivo. Las cifras
del incremento de turistas extranjeros a la ciudad, que el año pasado superaron
la barrera del millón de visitantes, demuestran que Bogotá es la nueva potencia
del continente”, concluye la directora del Instituto Distrital de Turismo,
quien a su vez logró entablar una importante relación con Quito Turismo,
entidad que promueve esta industria en la capital del Ecuador, y cuya
directora, Luz Elena Coloma, se mostró complacida con el triunfo de Bogotá.
Los ganadores de los Oscar del turismo se escogen por
votaciones efectuadas por los principales operadores turísticos del mundo, así
como por agencias de viaje y ejecutivos del sector. Desde 2009 también está
abierta al público, que puede enviar su voto a través de la página web de la
WTA.
GOBIERNO INVERTIRÁ $2.700 MILLONES EN PROMOCIÓN DE TURISMO COLOMBIANO
Para alcanzar este objetivo se plantea establecer, entre
otras cosas, alianzas con aerolíneas para la operación de nuevas rutas.
El Gobierno invertirá 2.700 millones de pesos en la
promoción y divulgación turística de Colombia a nivel internacional, informaron
hoy fuentes oficiales.
En esta campaña, que tiene como objetivo aumentar el número
de visitantes del exterior al país, participan el Ministerio de Comercio,
Industria y Turismo y el Fondo Nacional de Turismo (Fontur) con el apoyo
Proexport.
Con el fin de superar la cifra de 3.747.945 viajeros
internacionales registrados en el 2013 y que significó un crecimiento de 7,34 %
comparado con el 2012, el Gobierno busca impulsar la llegada de turistas
extranjeros a Colombia, informó en un comunicado Fontur.
Para alcanzar este objetivo se plantea establecer alianzas
con aerolíneas para la operación de nuevas rutas, promocionando a Colombia como
destino turístico en el marco de las ferias de turismo de aventura y
naturaleza.
Igualmente se dará a conocer la oferta de turismo de
naturaleza a los principales distribuidores, mayoristas e intermediarios
especializados de los mercados internacionales, proyectando la posibilidad de
concertar 1.200 oportunidades de negocio, agregó Fontur.
Así mismo se busca promocionar a Colombia como destino
empresarial para la realización de actividades como misiones comerciales.
Seminario Alemán
Comparto los roles del Seminario Alemán. Los nombres de los estudiantes asignados a cada rol, los decidiré mañana al inicio de la clase.
En lo posible les sugiero imprimir este contenido
DIRECTOR HENRY CAÑÓN SALAZAR
RELATOR
CORRELATOR
DISCURSANTE
PROTOCOLANTE
El papel del director del seminario
Partiendo del
principio de que en todo seminario investigativo la responsabilidad final
reposa en la actividad, destreza y recursividad del grupo que se dé el mejor y
más productivo clima de convivencia y progreso, el papel del director es
determinante, especialmente en los seminarios formales y escolarizados; en
tanto el director es quien posee la mayor experiencia y dominio sobre el tema, serán
además, su ejemplo y acción los encargados de dirigir a los participantes por
la huella investigativa, proponer horizontes innovadores y, por tanto, inducir
cambios de actitudes hacia la investigación, el saber y el desarrollo humano.
Los resultados
del trabajo de diversos grupos de seminarios evidencian y destacan la
importancia del director para mantener la cohesión del grupo, evitando
actitudes de intimidación o amenaza que desestabilicen el clima cooperativo de
convivencia que debe inspirar la acción mancomunada del grupo. De esta manera
es posible superar bloqueo psicológico y actitudes cerradas y definitivas de
los participantes. Así mismo, el director debe constituirse en un promotor de
la participación democrática en tanto Confía en la capacidad del grupo,
favorece las discusiones, pide y toma en cuenta las opiniones del grupo antes
de decidir, la responsabilidad la comparte con el grupo, da explicaciones y
permite críticas, aceptándolas; deja libertad a los miembros para trabajar a su
ritmo e interés, eligiendo sus equipos. Los grupos de estructura democrática
están más motivados para la tarea y las relaciones personales son más estrechas
y cordiales, hay más comunicación, menos hostilidad y mayor desarrollo personal
de los miembros (remolina).
Ahora bien, en
dirección opuesta al director democrático, deliberante y participativo,
fundamentado en una autoridad epistemológica, está el “autoritario” que Toma
decisiones personales, da órdenes y normas, imponen su criterio y es el único
responsable, no da explicaciones de sus acciones, sólo él conoce el curso del
seminario y de la actividad que desarrolla en el grupo, define y señala los objetivos,
distribuye las tareas, designa a los miembros de cada equipo. El grupo dirigido
autocráticamente soporta mayor hostilidad, descontento, competición; los
miembros son menos creadores y más dependientes; las reacciones suelen ser agresivas
en unos y apáticas en otros (Remolina).
Finalmente, un
director o coordinador paternalista será aquel que evitará enfrentar el
conflicto de la diferencia, propio de la convivencia que se presenta en los
grupos, intentará ser protector de todos pero en esa medida permitirá posturas
de indecisión e inseguridad. No sobra agregar que, en general, el paternalismo
siempre será generador de dependencia e inmadurez. Con la mejor buena
intención, hace lo que cree mejor, quizás influido por un contexto formativo,
familiar y escolar donde también primó un ambiente de relaciones y convivencia,
signado por valores autocráticos y paternalistas.
Relatoría
La relatoría o relación es el procesamiento a través del cual el relator
expone el tema correspondiente en la sesión del seminario. El relator tiene
como misión principal enriquecer, como resultado de su investigación y estudio,
el saber de los demás, buscando por medio de una argumentación rigurosa aportar
algo nuevo que permita avanzar en el conocimiento sobre el objeto de estudio.
En particular, debe propiciar rutas cognoscitivas que conecten o articulen con
otros saberes o dominios disciplinares, en la búsqueda de visiones holísticas
que permitan, más que explicaciones parciales, comprensiones globales del tema,
tarea que, obviamente, no es exclusiva de un participante sino labor
constructiva de todo el grupo. Sin embargo, siempre el grupo espera aprender de
cada relator y, con ello, elevar su nivel de conocimiento sobre el tema de
estudio. Para cumplir esta misión cada relator posee plena libertad para
organizar su material argumental con el propósito de convencer al colectivo del
seminario. Para ello puede utilizar, en términos didácticos, asociaciones,
relaciones, ejemplos y pruebas lógicas o experimentales; en otros casos;
exponer el tema desde una contextualización histórica hasta las diversas
teorías y concepciones explicativas, según resultados, conclusiones o avances
del proceso de investigación que el relator viene realizando. En este caso, el
relator presenta cada uno de los pasos que ha seguido en la investigación, así como
las dificultades, críticas y proyecciones posibles del trabajo investigativo.
Correlatoría
La función central del correlator es complementar y, en lo posible,
enriquecer la relatoría; considerando que un tema nunca se agota (más cuando se
trata de un tema investigativo), el correlator debe concentrar toda su atención
en la exposición del relator, con vistas a hacer sus propios aportes de
acuerdo, así como los desacuerdos o puntos críticos que motiven o sirvan de
base para la discusión y evaluación de la relatoría. De igual manera, el
correlator debe destacar los aportes más relevantes de la relatoría y
complementarlos para contribuir al debate general del grupo.
El valor de la correlatoría
en la formación integral
1. El estudiante o participante del seminario se ejercita en la compleja acción
de saber escuchar, de potenciar las habilidades de concentración, desarrollando
las capacidades valorativa y crítica. 2. 2. Se ejercita la capacidad de
evaluar, mediante la apreciación y valoración del dominio argumental del tema,
de la claridad de la exposición. La capacidad de motivar y convencer al grupo,
de encontrar errores, aciertos y elementos nuevos y productivos que descubran
horizontes de desarrollo y crecimiento humanos.
Discusión (Discursante)
La discusión es el espacio intelectual donde los participantes realizan la función
de confrontación de sus concepciones y dominios de experiencia sobre el tema
del seminario con las otras “visiones” y argumentaciones que poseen los
integrantes del grupo.
En el espacio del debate, la confrontación asume un carácter positivo, en tanto
permite demostrar el aporte personal al grupo, como el enriquecimiento del
dominio experimental propio, con las otras concepciones y contribuciones de los
demás miembros del seminario.
En esta perspectiva, la validez del saber elaborado y discutido por el
grupo es consecuencia y resultado de la concertación en la dinámica misma del grupo.
De esa forma, no se asumen verdades definitivas ni absolutas, sino aproximaciones
pertinentes a la temática en estudio, donde cada participante aporta de su
subjetividad o dominio experiencial el saber sobre el tema; luego, por vía
intersubjetiva de acuerdos sucesivos de los distintos dominios de experiencia,
se avanza en síntesis explicativas o comprensivas sobre el tema de
investigación, incluyendo, por supuesto, aquellos nodos o “agujeros negros” que
dejan insuficientemente explicados o parcialmente convenidos. De esta manera
nos aproximamos a una supuesta “verdad objetiva” que es posible sólo a través
de la comunicación productiva de las distintas “subjetividades”. La discusión
en el seminario investigativo sigue la lógica de los principios kantianos,
aplicada al acto y proceso pedagógico. Aprender a pensar por sí mismo. Pensar en el lugar del otro. Obrar con autenticidad.
Valor del protocolo en la
formación integral
El protocolo permite en su realización el ejercicio de la concentración
para percibir y captar lo fundamental, los momentos más trascendentales de la sesión
y plasmarlo por escrito. Por tanto, la elaboración de protocolos permite
superar una cultura oral que, aunque legítima y válida, no logra hacer
trascender la producción intelectual del docente o seminarista del instante
presente de su presentación hacia un horizonte de permanencia, relecturas y
perfeccionamiento sistemático, así como de amplia y diversa difusión pública
para una apropiación colectiva múltiple, cuestión que sí es posible con el
texto escrito.
PASOS OPERATIVOS DE UNA
SESIÓN
Apertura de la sesión (paso
1)
1. El director abre la sesión dando lectura al plan de trabajo acordado;
luego se confirma la elección del protocolante, del relator y del corredor y se
eligen para la sesión siguiente los mismos roles.
2. El director da la palabra al protocolante, quien debe introducir el tema
de la sesión y convocar, mediante preguntas e interrogantes, al relator a presentar
su aporte al tema del seminario.
3. Concluida la exposición del relator, estimando un tiempo máximo de 30 minutos,
acto seguido se concede la palabra al correlator, que dispondrá de un tiempo
límite de 15 minutos.
4. Al iniciar el debate, el director estará atento a la participación,
apreciando las intervenciones, aclaraciones y respuestas posibles. Se prevé que
la discusión no debe durar más de 30 minutos.
5. Finalizada la discusión, el director sintetiza las conclusiones más relevantes
y recoge las respuestas o cuestiones que quedaron pendientes, ya sea por falta
de tiempo o información disponible.
6. El grupo evalúa la sesión: roles, tratamiento del tema.
7. Concluye el director con un resumen de las actividades principales desarrolladas
en la sesión, tarea que puede delegar en un coordinador, y convoca la próxima
sesión.
miércoles, 20 de agosto de 2014
Seminario Alemán
Señores Estudiantes.
Reciban un cordial y caluroso saludo.
Les comparto el Link del seminario Alemán de Investigación. Espero hagan lectura del mismo. Para el grupo B, haré asignación de roles el día lunes.
Cordialmente,
Maestro
HENRY CAÑÓN SALAZAR
Reciban un cordial y caluroso saludo.
Les comparto el Link del seminario Alemán de Investigación. Espero hagan lectura del mismo. Para el grupo B, haré asignación de roles el día lunes.
Cordialmente,
Maestro
HENRY CAÑÓN SALAZAR
martes, 19 de agosto de 2014
EL TURISMO EN LAS ZONAS RURALES DE LA CIUDAD RECIBIÓ RECONOCIMIENTO
BOGOTÁ DESTACA DESTINOS QUE RESCATAN EL TRABAJO CAMPESINO.
Las rutas agroturísticas y las nuevas tendencias de experiencias ecosostenibles en Bogotá fueron ampliamente reconocidas por los expertos internacionales que se dieron cita en la Cumbre Río+20 que se llevó a cabo la semana pasada.
La capital promueve las visitas al sector de Los Quiches en Ciudad Bolívar y La Requilina en Usme que cuentan con amplias zonas verdes, espacios para caminar y una bella vista de la ciudad. Además permite la interacción con los campesinos de esas zonas que también tienen la oportunidad de comercializar sus productos.
“Los procesos de turismo rural comunitario en Bogotá promueven la conservación de los espacios naturales y diversifican la oferta tradicional, gestionan una nueva propuesta de desarrollo económico y productivo del suelo rural y empoderan a las comunidades campesinas”, explicó Tatiana Piñeros, directora del Instituto Distrital de Turismo.
También fueron reconocidos el páramo de Sumapaz, el parque Entrenubes, la quebrada Las Delicias, la quebrada La Vieja, el parque Mirador de los Nevados, la laguna Alar de Pasquilla y el Jardín Botánico José Celestino Mutis.
Estos lugares fueron seleccionados por los mismos ciudadanos como los siete tesoros naturales de Bogotá por su riqueza sostenible. Desde que estos fueron elegidos a finales del año pasado, se han llevado a cabo 157 salidas turísticas y en ellos han disfrutado más de 5 mil niños.
Ahora, según indicó Tatiana Piñeros, directora del IDT la ciudad se abre como centro de actividades corporativas para empresarios interesados en invertir.
Ahora, el objetivo será seguir promoviendo la ciudad en el exterior.
La capital promueve las visitas al sector de Los Quiches en Ciudad Bolívar y La Requilina en Usme que cuentan con amplias zonas verdes, espacios para caminar y una bella vista de la ciudad. Además permite la interacción con los campesinos de esas zonas que también tienen la oportunidad de comercializar sus productos.
“Los procesos de turismo rural comunitario en Bogotá promueven la conservación de los espacios naturales y diversifican la oferta tradicional, gestionan una nueva propuesta de desarrollo económico y productivo del suelo rural y empoderan a las comunidades campesinas”, explicó Tatiana Piñeros, directora del Instituto Distrital de Turismo.
También fueron reconocidos el páramo de Sumapaz, el parque Entrenubes, la quebrada Las Delicias, la quebrada La Vieja, el parque Mirador de los Nevados, la laguna Alar de Pasquilla y el Jardín Botánico José Celestino Mutis.
Estos lugares fueron seleccionados por los mismos ciudadanos como los siete tesoros naturales de Bogotá por su riqueza sostenible. Desde que estos fueron elegidos a finales del año pasado, se han llevado a cabo 157 salidas turísticas y en ellos han disfrutado más de 5 mil niños.
Un destino productivo
La semana pasada en Quito (Ecuador) Bogotá recibió el premio World Travel Awards como mejor destino turístico de negocios en Suramérica y también tiene el mejor ‘hotel boutique’ de la región.Ahora, según indicó Tatiana Piñeros, directora del IDT la ciudad se abre como centro de actividades corporativas para empresarios interesados en invertir.
Ahora, el objetivo será seguir promoviendo la ciudad en el exterior.
Recordemos las Calles de la Antigua Bogotá
Las antiguas calles de Bogotá y sus nombres que retan el olvido
En
el aniversario 476 de la ciudad, un escritor describe los detalles de estos
emblemáticos lugares.
Desde una terraza de la Basílica del
Señor de Monserrate se tiene una panorámica de Bogotá cuyos puntos cardinales,
“a ojos vistas”, se dilatan en desmesuradas proporciones.
Difícilmente uno que no conozca la historia de la ciudad, o uno que, paseando por ella, no repare en los escasos vestigios de su pasado, que aún subsisten en sus calles: una pileta, un balcón, una capilla, un empedrado..., podrá hacerse una idea de cómo fue la ciudad, por ejemplo, en “los tiempos de ruido” (en la primera presidencia de Gil de Cabrera y Dávalos, a las 10 de la noche del 9 de marzo de 1687, se oyó un estruendo acompañado del sofocante olor a azufre, que les hizo creer a los santafereños que las legiones infernales venían por sus almas o que los cerros de Guadalupe y Monserrate se derrumbaban, o, como creyó el Presidente, que tropas extranjeras invadían).
Ahora no, pero antes sí se podía decir que los nombres de sus calles señalaban las particularidades de la urbe: leyendas románticas, sus familias, costumbres, supersticiones, apelativos de algunos moradores y de sus comportamientos y lances que protagonizaron para su provecho o perdición, y solaz, comadreo o escándalo de sus vecinos.
Dejados en manos de la gente, los nombres de las calles se ponían de modo caprichoso y desordenado, al punto que algunos de ellos se repetían en los distintos barrios de la colonial Santa Fe de Bogotá. Se decía, por ejemplo, la calle de San Dimas de las Nieves, para distinguirla de la San Dimas de Santa Bárbara. El nombre de calle Honda se repetía en tres barrios...
Fue el 12 de febrero de 1774 cuando el virrey Manuel Guirior, cumpliendo con la Real Cédula de Carlos III de ese mismo año, instruyó a los alcaldes de barrios de Santa Fe para que dividieran la ciudad en cuatro cuarteles; a su vez, estos en ocho barrios: La Catedral, El Palacio, El Príncipe, San Jorge, Las Nieves oriental y occidental, San Victorino y Santa Bárbara, y que cada uno de los ocho alcaldes pusiera nombres a las calles y numerase las casas por manzanas.
Los piadosos alcaldes acudieron al santoral católico y de allí extrajeron nombres píos para designar oficialmente los barrios; estos nombres se perdieron en el incendio de las Galerías Arrubla, en 1900, pues allí funcionaban la Casa Municipal y el Cabildo, que ardieron con todos sus documentos invaluables, como el Acta de Fundación de la ciudad y los libros de esa corporación.
¿Y quién recuerda ahora los curiosos y significativos nombres de las calles? ¿Y dónde quedaban, por ejemplo, la calle de las Brujas, la del Pecado Mortal, la de la Agonía, la del Buen Ladrón, la del Mal Ladrón, la calle de las Ánimas, la calle del Arco, la calle de las Mazas, la de los Curubos, la calle de la Alegría, la calle del Olvido?
Qué nombres estos para dar vuelo a la imaginación creadora, a un sueño poético, a un sinfín de leyendas y remembranzas.
En lo que ahora es la carrera 10.ª, entre calle 13 y avenida Jiménez, en el extremo norte, por donde corrían las aguas del río San Francisco todavía a mediados del siglo XIX, había un sector oscuro, tenebroso en las noches y peligroso para quien se aventura por ese paraje.
Una que otra mortecina luz rompía la bruja de ese misterioso lugar donde se decía que se reunían las brujas para sus aquelarres. Era la calle o patio de las Brujas.
Juan Rodríguez Freyle habla de una de ellas, no precisamente de las del río San Francisco, sino de una llamada Juana García, que, cuando la sentenciaron al destierro, se “echó a volar desde el cerro que está a las espaldas de Nuestra Señora de las Nieves”.
Antes de la calle de San Cosme, hoy entre la calle 16, entre las carreras 7.ª y 8.ª, había una arcada de piedra con techo y ventanales, que servía para comunicarse los padres franciscanos con los Hermanos Terceros, del frente: solo para eso, de tal manera que los cachacos decían socarronamente, después de que demolieron la arcada, en 1862, que “en Bogotá había un puente que solo servía para pasar por debajo de él”.
Esa se llamó calle del Arco; peligrosa por lo angosta, sombría y por ser guarida de ladrones organizados en cuadrillas, que por esos tiempos asolaban la ciudad; como la tenebrosa banda del doctor José Raimundo Russi, ejecutado en 1861 por haber dado muerte a uno de su propia cuadrilla.
En el barrio oriental de Las Nieves, el sector que corresponde a la actual calle 21 entre carreras 1.ª y 3.ª , se llamaba calle del Pecado Mortal. Por allí, en las lóbregas y frías noches, un viejo, alto e inseguro como una aparición, de capa y sombreo chambergo, haciendo sonar una campanilla, andaba gritando con voz de ultratumba: “¡Una limosna, por el amor de Dios, para salvar las almas de los que están en pecado mortal!”.
Donde ahora está el Banco Popular, en la calle 17 entre carreras 7.ª y 8.ª, se levantaba la casa de don Felipe de la Maza y doña Rosalía Loboguerrero, que tenían siete hijos, entre ellos Hermógenes Maza, y cuatro hermanas; se llamaba calle de Santa Rita y también de Las Mazas, apelativo este dado por las hermanas del ‘niño Hermógenes’: Manuela, Dolores, Rosa y Mónica, que, juntas, vivieron allí y se distinguieron por ser tan patriotas como su famoso hermano.
La calle del Coliseo, actual calle 10.ª entre carreras 5.ª y 6.ª, tomó este nombre del primer teatro que hubo en Santa Fe, construido en 1792 y demolido en 1885 para construir el Teatro Colón. El escritor y diplomático francés, Augusto Le Moyne, quien lo conoció en 1840, dijo que era muy pobre, que carecía de sillas y que si uno quería asistir a un espectáculo debía enviar los muebles con antelación. Se cuenta también que quien compraba una boleta tenía derecho a un tamal, pero después tamal y boleta se vendían por separado.
La actual calle 15 entre carreras 8ª. y 9ª. se llamaba oficialmente calle de San Justo, pero fue conocida como calle del Ciprés, por el árbol, que en 1582 fue traído por los franciscanos, sembrado en el solar del convento de San Francisco y derribado en 1871, a los 289 años.
En la calle del Llano de Belén, ahora, carrera 4.ª entre calles 5.ª y 6.ª , al oriente de la ermita de ese nombre, se sepultaba a los suicidas. Como en una calle había una cofradía de las ánimas y en otra una imprenta, se las denominó del Purgatorio y de la Imprenta Patriótica. La calle Real, empedrada y con andenes, era la del comercio.
Las casas de esa calle eran de dos pisos: arriba vivían los dueños y en la parte baja se abrían las “pulperías” o tiendas; la principal era la del chapetón José González Llorente, el del florero del 20 de julio; y como parece ser que los bogotanos tenían mucho tiempo para no hacer nada, en una “pulpería” un letrero advertía a su clientela: ‘Prohibido tertuliar aquí’.
El mismo Le Moyne cuenta que esa calle mal empedrada y sucia, por las noches, era una trampa mortal para los viandantes, por los huecos y por lo mal alumbrada, pues no tenía sino seis faroles, “con una triste vela en cada uno”. Solo el típico vigilante santafereño llamado ‘sereno’ vigilaba esa calle por la noche, alumbrándose con un farol y dando la hora (que no se sabe cómo la sabía).
Desde la Colonia hasta los tiempos de la República, las calles de Santa Fe de Bogotá, y Bogotá después, eran descuidadas y sucias.
Por el centro de ellas pasaban acequias que recogían los malolientes desagües de las casas. Aunque estaba prohibido echar la basura a las calles, se autorizaba a hacerlo por la noche, y no era un chiste decir que de limpiar las calles se encargaban cuatro agentes: los gallinazos, la lluvia, los burros y los cerdos.
Tanto preocupó este asunto a los gobiernos que para conjurarlo algunos tomaron medidas que en nada comprometían al fisco ni a la burocracia. El virrey Amar y Borbón, en 1807, por un bando de buen gobierno, ordenó a los ciudadanos que todos los sábados barrieran los frentes de sus casas.
También a las autoridades les dio por hacer barrer las calles a las mujeres que cogían de noche, que por lo general eran mujeres de vida licenciosa que concurrían a las chicherías prohibidas por el rey Fernando VI, porque, según había llegado a saber, en esas bebidas se desleían huesos de difuntos “para poner los amatorios y para conseguir las bebedoras de mayor consumo”.
Nos despedimos camino de la Plaza Mayor, antes de que colocaran en el centro la estatua de Simón Bolívar, en remplazo de la pila que surtía de agua, que traían del río Fucha, a ese sector de la ciudad.
El adorno principal de esa fuente lo constituye una estatua de San Juan Bautista, arriba de ella, y que el pueblo dio por llamar el Mono de la Pila, y ya es común decir que cuando no se quería atender un ruego o se desatendía una queja, se mandaba al interlocutor a quejarse ‘al Mono de la Pila’.
Pasan un alguacil mirando de soslayo, una aguadora de grandes ojos negros, un sacerdote conversando animadamente con una señora, unos colegiales, un burro cargando mercancías para una tienda, un oidor rodeado de golillas, un chico repartiendo hojas sueltas.
Difícilmente uno que no conozca la historia de la ciudad, o uno que, paseando por ella, no repare en los escasos vestigios de su pasado, que aún subsisten en sus calles: una pileta, un balcón, una capilla, un empedrado..., podrá hacerse una idea de cómo fue la ciudad, por ejemplo, en “los tiempos de ruido” (en la primera presidencia de Gil de Cabrera y Dávalos, a las 10 de la noche del 9 de marzo de 1687, se oyó un estruendo acompañado del sofocante olor a azufre, que les hizo creer a los santafereños que las legiones infernales venían por sus almas o que los cerros de Guadalupe y Monserrate se derrumbaban, o, como creyó el Presidente, que tropas extranjeras invadían).
Ahora no, pero antes sí se podía decir que los nombres de sus calles señalaban las particularidades de la urbe: leyendas románticas, sus familias, costumbres, supersticiones, apelativos de algunos moradores y de sus comportamientos y lances que protagonizaron para su provecho o perdición, y solaz, comadreo o escándalo de sus vecinos.
Dejados en manos de la gente, los nombres de las calles se ponían de modo caprichoso y desordenado, al punto que algunos de ellos se repetían en los distintos barrios de la colonial Santa Fe de Bogotá. Se decía, por ejemplo, la calle de San Dimas de las Nieves, para distinguirla de la San Dimas de Santa Bárbara. El nombre de calle Honda se repetía en tres barrios...
Fue el 12 de febrero de 1774 cuando el virrey Manuel Guirior, cumpliendo con la Real Cédula de Carlos III de ese mismo año, instruyó a los alcaldes de barrios de Santa Fe para que dividieran la ciudad en cuatro cuarteles; a su vez, estos en ocho barrios: La Catedral, El Palacio, El Príncipe, San Jorge, Las Nieves oriental y occidental, San Victorino y Santa Bárbara, y que cada uno de los ocho alcaldes pusiera nombres a las calles y numerase las casas por manzanas.
Los piadosos alcaldes acudieron al santoral católico y de allí extrajeron nombres píos para designar oficialmente los barrios; estos nombres se perdieron en el incendio de las Galerías Arrubla, en 1900, pues allí funcionaban la Casa Municipal y el Cabildo, que ardieron con todos sus documentos invaluables, como el Acta de Fundación de la ciudad y los libros de esa corporación.
¿Y quién recuerda ahora los curiosos y significativos nombres de las calles? ¿Y dónde quedaban, por ejemplo, la calle de las Brujas, la del Pecado Mortal, la de la Agonía, la del Buen Ladrón, la del Mal Ladrón, la calle de las Ánimas, la calle del Arco, la calle de las Mazas, la de los Curubos, la calle de la Alegría, la calle del Olvido?
Qué nombres estos para dar vuelo a la imaginación creadora, a un sueño poético, a un sinfín de leyendas y remembranzas.
En lo que ahora es la carrera 10.ª, entre calle 13 y avenida Jiménez, en el extremo norte, por donde corrían las aguas del río San Francisco todavía a mediados del siglo XIX, había un sector oscuro, tenebroso en las noches y peligroso para quien se aventura por ese paraje.
Una que otra mortecina luz rompía la bruja de ese misterioso lugar donde se decía que se reunían las brujas para sus aquelarres. Era la calle o patio de las Brujas.
Juan Rodríguez Freyle habla de una de ellas, no precisamente de las del río San Francisco, sino de una llamada Juana García, que, cuando la sentenciaron al destierro, se “echó a volar desde el cerro que está a las espaldas de Nuestra Señora de las Nieves”.
Antes de la calle de San Cosme, hoy entre la calle 16, entre las carreras 7.ª y 8.ª, había una arcada de piedra con techo y ventanales, que servía para comunicarse los padres franciscanos con los Hermanos Terceros, del frente: solo para eso, de tal manera que los cachacos decían socarronamente, después de que demolieron la arcada, en 1862, que “en Bogotá había un puente que solo servía para pasar por debajo de él”.
Esa se llamó calle del Arco; peligrosa por lo angosta, sombría y por ser guarida de ladrones organizados en cuadrillas, que por esos tiempos asolaban la ciudad; como la tenebrosa banda del doctor José Raimundo Russi, ejecutado en 1861 por haber dado muerte a uno de su propia cuadrilla.
En el barrio oriental de Las Nieves, el sector que corresponde a la actual calle 21 entre carreras 1.ª y 3.ª , se llamaba calle del Pecado Mortal. Por allí, en las lóbregas y frías noches, un viejo, alto e inseguro como una aparición, de capa y sombreo chambergo, haciendo sonar una campanilla, andaba gritando con voz de ultratumba: “¡Una limosna, por el amor de Dios, para salvar las almas de los que están en pecado mortal!”.
Donde ahora está el Banco Popular, en la calle 17 entre carreras 7.ª y 8.ª, se levantaba la casa de don Felipe de la Maza y doña Rosalía Loboguerrero, que tenían siete hijos, entre ellos Hermógenes Maza, y cuatro hermanas; se llamaba calle de Santa Rita y también de Las Mazas, apelativo este dado por las hermanas del ‘niño Hermógenes’: Manuela, Dolores, Rosa y Mónica, que, juntas, vivieron allí y se distinguieron por ser tan patriotas como su famoso hermano.
La calle del Coliseo, actual calle 10.ª entre carreras 5.ª y 6.ª, tomó este nombre del primer teatro que hubo en Santa Fe, construido en 1792 y demolido en 1885 para construir el Teatro Colón. El escritor y diplomático francés, Augusto Le Moyne, quien lo conoció en 1840, dijo que era muy pobre, que carecía de sillas y que si uno quería asistir a un espectáculo debía enviar los muebles con antelación. Se cuenta también que quien compraba una boleta tenía derecho a un tamal, pero después tamal y boleta se vendían por separado.
La actual calle 15 entre carreras 8ª. y 9ª. se llamaba oficialmente calle de San Justo, pero fue conocida como calle del Ciprés, por el árbol, que en 1582 fue traído por los franciscanos, sembrado en el solar del convento de San Francisco y derribado en 1871, a los 289 años.
En la calle del Llano de Belén, ahora, carrera 4.ª entre calles 5.ª y 6.ª , al oriente de la ermita de ese nombre, se sepultaba a los suicidas. Como en una calle había una cofradía de las ánimas y en otra una imprenta, se las denominó del Purgatorio y de la Imprenta Patriótica. La calle Real, empedrada y con andenes, era la del comercio.
Las casas de esa calle eran de dos pisos: arriba vivían los dueños y en la parte baja se abrían las “pulperías” o tiendas; la principal era la del chapetón José González Llorente, el del florero del 20 de julio; y como parece ser que los bogotanos tenían mucho tiempo para no hacer nada, en una “pulpería” un letrero advertía a su clientela: ‘Prohibido tertuliar aquí’.
El mismo Le Moyne cuenta que esa calle mal empedrada y sucia, por las noches, era una trampa mortal para los viandantes, por los huecos y por lo mal alumbrada, pues no tenía sino seis faroles, “con una triste vela en cada uno”. Solo el típico vigilante santafereño llamado ‘sereno’ vigilaba esa calle por la noche, alumbrándose con un farol y dando la hora (que no se sabe cómo la sabía).
Desde la Colonia hasta los tiempos de la República, las calles de Santa Fe de Bogotá, y Bogotá después, eran descuidadas y sucias.
Por el centro de ellas pasaban acequias que recogían los malolientes desagües de las casas. Aunque estaba prohibido echar la basura a las calles, se autorizaba a hacerlo por la noche, y no era un chiste decir que de limpiar las calles se encargaban cuatro agentes: los gallinazos, la lluvia, los burros y los cerdos.
Tanto preocupó este asunto a los gobiernos que para conjurarlo algunos tomaron medidas que en nada comprometían al fisco ni a la burocracia. El virrey Amar y Borbón, en 1807, por un bando de buen gobierno, ordenó a los ciudadanos que todos los sábados barrieran los frentes de sus casas.
También a las autoridades les dio por hacer barrer las calles a las mujeres que cogían de noche, que por lo general eran mujeres de vida licenciosa que concurrían a las chicherías prohibidas por el rey Fernando VI, porque, según había llegado a saber, en esas bebidas se desleían huesos de difuntos “para poner los amatorios y para conseguir las bebedoras de mayor consumo”.
Nos despedimos camino de la Plaza Mayor, antes de que colocaran en el centro la estatua de Simón Bolívar, en remplazo de la pila que surtía de agua, que traían del río Fucha, a ese sector de la ciudad.
El adorno principal de esa fuente lo constituye una estatua de San Juan Bautista, arriba de ella, y que el pueblo dio por llamar el Mono de la Pila, y ya es común decir que cuando no se quería atender un ruego o se desatendía una queja, se mandaba al interlocutor a quejarse ‘al Mono de la Pila’.
Pasan un alguacil mirando de soslayo, una aguadora de grandes ojos negros, un sacerdote conversando animadamente con una señora, unos colegiales, un burro cargando mercancías para una tienda, un oidor rodeado de golillas, un chico repartiendo hojas sueltas.
Pasa el tiempo, y desde una terraza de
la Basílica del Señor de Monserrate sigo mirando la ciudad inacabada, añosa, y
codiciada aún por caballeros que ya no toman por gigantes los molinos de
viento, ni ven ejércitos donde no hay sino ovejas...
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